No necesitamos lactancias exitosas, necesitamos lactancias deseadas, contenidas y respetadas.
No basta con el deseo de amamantar, se requiere un poco más.
Se necesita de equipos médicos que la defensa y protección de la lactancia sea respaldada con protocolos clínicos acorde, incluso desde la panza.
Se necesita una pareja que apañe y valide el deseo de la madre de querer amamantar, no que cuestione su capacidad de hacerlo. Que se involucre activamente en la crianza, en el cuidado de su hijo y de su mujer, quien ahora también es madre y nodriza.
Se necesita una familia que evite comentarios insidiosos que hagan dudar a esa mujer si lo hace bien o mal.
Una familia que contenga, qué preste los brazos, no para cargar al bebé, sino para apoyar con tareas domésticas esenciales que amenicen los días de esa mujer puérpera.
Se necesitan políticas públicas que legislen y protejan a las madres y sus crías, desde todas las aristas de la crianza.
Si tú mujer no pudiste amamantar, no te sientas culpable, de seguro algún eslabón de la cadena falló… fallamos.
Porque proteger la lactancia y también la crianza es responsabilidad de tod@s.
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